Hace unos meses se lanzó la campaña de Metro de Madrid que intentaba apoyar el uso de este medio de transporte público como una forma cotidiana de actuar frente al cambio climático. Un argumento muy válido para reducir el uso del coche privado y favorecer otras maneras de moverse por la ciudad. Por eso, el eslogan de la campaña era: Contra los gases de efecto invernadero, el efecto Metro de Madrid.
La polémica emerge por el uso de estereotipos maniqueístas, pertenecientes al discurso de "los buenos y los malos" que a veces encontramos en la comunicación ambiental. Especialmente dañino fue su uso por además utilizarlo mezclado con la rivalidad deportiva entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid, asignando el papel de pro-ambiental al madridista y el de anti-ambiental al colchonero. Se encuentran comentarios a este anuncio, por ejemplo, en blogs como éste perteneciente a estudiantes de publicidad y el anuncio íntegro se puede ver en esta noticia.
Lo terrible del caso es comprobar que se emiten anuncios sin haberlos visto previamente las personas encargadas de la campaña en la entidad promotora (en este caso, Metro de Madrid). Y éste es uno de los principales errores en la planificación de la comunicación ambiental, junto con la ausencia de coordinación con otras entidades (como dicen las noticias de esos días, la Comunidad de Madrid y la Consejería de Transportes tampoco conocía la campaña). Esta falta les costó el cargo a las personas responsables según la prensa.
Dicen en el Manual Comunicando la sustentabilidad que uno de los mitos que debemos deconstruir es que toda comunicación es buena comunicación. No sabemos qué consencuencias para el comportamiento ambiental de la ciudadanía madrileña habrá tenido el vídeo, pero lo que nos resulta curioso es que en ninguna de la noticias ni en los comunicados de la entidades afectadas se ha hablado de la política ambiental de estos equipos deportivos (o siquiera si la tienen establecida como tal, puesto que no se ha visto reflejada). Y sí que se encuentran en la red noticias sobre decisiones con escasos criterios ambientales de ambos equipos deportivos. Por un lado, la propuesta de construcción de la Ciudad Deportiva del Atlético, y por otro lado la actual construcción de la llamada Operación Real Madrid.
Como detalles, sí se puede encontrar información sobre un acuerdo para fomentar el reciclaje entre Ecoembes y el Real Madrid. Y el Atlético de Madrid se ha sumado al reto del agua del Canal de Isabel II. Pero ¿es esto suficiente? Dejando de lado el tema de quién es mejor ambientalmente si madridistas o rojiblancos, debate sobre el cual no hay datos, y evaluando el anuncio de Metro como totalmente inaceptable, nos queda aún así un poso amargo.
¿Serán capaces estas agrupaciones y todas las demás que tanta gente mueven a su alrededor de diseñar e implementar una política ambiental integral en sus actuaciones, incluyendo la comunicación como estrategia, para implicar a sus respectivas aficiones en el necesario cambio hacia una sociedad sostenible?
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