viernes, 29 de noviembre de 2013

Resiliencia vs. sostenibilidad urbana

En los discursos sobre sostenibilidad urbana la palabra resiliencia se ha ido haciendo hueco como un nuevo planteaminento de abordar los problemas que atañen a los ecosistemas urbanos. Un buen ejemplo de ello es el movimiento de Ciudades o Iniciativas de Transición, cuyo principal objetivo es construir comunidades resilientes a los impactos derivados del pico del petróleo y el cambio climático.

La resiliencia hace referencia a la capacidad de un sistema o de una comunidad para recuperarse después de haber sufrido una perturbación, como podría ser un desastre natural, un fallo tecnológico o el agotamiento de las pesquerías, bosques, petróleo u otros recursos. El camino hacia la sostenibilidad tiene que pasar necesariamente por la construcción de resiliencia, lo que a menudo se contrapone a las estrategias de sostenibilidad seguidas durante los últimos años. Tradicionalmente sostenibilidad ha sido sinónimo de eficiencia y, aunque ésta es necesaria para minimizar los impactos negativos de la actuación humana, puede ser contraproducente si no se tienen en cuenta otros aspectos. Un sistema muy eficiente, aquel que se conforma sólo de aquello que es directa e inmediatamente beneficioso, es más estable, pero a la vez pierde flexibilidad y se vuelve más vulnerable a las perturbaciones, es decir, disminuye su resiliencia. Por tanto, la clave para la sostenibilidad no reside únicamente en optimizar componentes aislados sino que hay que buscar el equilibrio entre la eficiencia del sistema y su resiliencia.

Para conseguir comunidades y ciudades más resilientes es necesario incidir en aquellos aspectos que influyen en la resiliencia urbana. Aunque no hay un consenso acerca de los factores que fortalecen la resiliencia de un ecosistema, a continuación se enumeran y describen aquellos que pueden tener una mayor influencia en el entorno urbano:

Diversidad. La diversidad se refiere al número de elementos que comprenden un sistema. Puede ser funcional, cuando los diferentes elementos cumplen diferentes funciones dentro del sistema, o de respuesta, cuando cada grupo funcional está compuesto por más de un elemento. Diversidad, por tanto, significa una mayor capacidad de adaptación a los cambios. En los ecosistemas urbanos podemos hablar de diversidad de personas, empresas, instituciones, usos del suelo, recursos alimenticios...

Modularidad. La modularidad hace referencia al modo en que los componentes de un sistema están conectados entre sí. Los sistemas con grupos de componentes (módulos) y fuertes conexiones internas pero relaciones débiles con otros subgrupos tienen mayor capacidad de autoorganización después de una perturbación. La relocalización de la producción, el consumo, la economía, la gobernanza... es necesaria para que exista modularidad.

Ciclos de retroalimentación. Los ecosistemas están regulados por ciclos de retroalimentación que influyen en la rapidez con la que las consecuencias producidas por un cambio en una parte del sistema son sentidas y respondidas en el resto del mismo. Actualmente, en las zonas urbanas estos ciclos son a gran escala y difíciles de identificar, debido al proceso de deslocalización que han sufrido las ciudades al haber incrementado enormemente su consumo energético y de materiales y, por tanto, necesitar traer estos recursos del exterior, a menudo de zonas muy alejadas geográficamente. Para conseguir acortar estos ciclos es necesario reducir el consumo de las ciudades y relocalizar los flujos metabólicos, económicos y sociales.

Capital social. La resiliencia de los ecosistemas urbanos está fuertemente relacionada con la capacidad de las personas para responder ante una perturbación. La confianza, las redes sociales y el liderazgo, es decir, el capital social, son factores importantes en la capacidad de respuesta de las comunidades. Para mantener el capital social existente y fortalecerlo es necesario que haya una diversidad de empresas, asociaciones, instituciones o cualquier otra forma de organización colectiva que represente a la ciudadanía, y que haya una conexión entre éstas y el gobierno local.

Innovación. Es necesario promover la innovación y el aprendizaje para crear nuevas formas de responder ante los cambios. La innovación está muy ligada al capital social ya que al igual que éste la innovación se promueve a través de la diversidad de colectivos ciudadanos y los mecanismos de conexión y comunicación entre éstos y las instituciones locales.

Para construir resiliencia, por tanto, es necesario repensar el modelo de ciudad existente. Reducir el consumo de recursos, priorizar la producción y consumo locales, fortalecer las redes sociales, o promover la diversidad en todos sus ámbitos son aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de construir ciudades más resilientes y, en consecuencia, más sostenibles.

Fuentes: Berkes, F., Colding, J. y Folke, C. 2003. Navigating social-ecological systems. Building resilience for complexity and change; Hopkins, R. 2008. The Transition Handbook. From oil dependency to local resilience; Walker, B. and Salt, D. 2006. Resilience thinking. Sustaining ecosystems and people in a changing world.

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